Blog Archive
- 2015 (1)
- 2014 (11)
- 2013 (95)
- 2012 (594)
- 2011 (1246)
-
2010
(1090)
- diciembre(34)
- noviembre(66)
- octubre(88)
- septiembre(87)
- agosto(77)
- julio(87)
- junio(147)
- mayo(116)
- abril(135)
- marzo(121)
- febrero(80)
- enero(52)
- 2009 (256)
Más información en www.imagenquecautivaradio.com y en los canales locales de televisión de la zona Norte del Estado de Veracruz, ahora también con TELEVISIÓN EN VIVO POR INTERNET
Guillermo Basurto Origel.
Sin lugar a duda, la reforma electoral en el Estado de México, en el que se anula la figura de Candidaturas Comunes para las elecciones del 2011, pone en un verdadero predicamento a los partidos de oposición en esta entidad, y en el resto del país, colocándolos al borde del precipicio o despeñadero de los principios democráticos que hasta hace poco postulaban.
Ocioso sería consignar, la intención que en la estrategia electoral ejecuta el gobernador Enrique Peña Nieto, su partido, el Revolucionario Institucional y su aliado electoral del último lustro, el Partido Verde Ecologista de México. Sus motivaciones son obvias. Ganar la elección en el 2011.
Sin embargo, más allá de las causas y razones que conducen a este escenario, lo verdaderamente sorprendente e irónico del asunto, es que precisamente es el partido político, que en el pasado resultaba emblemático de la antidemocracia, hoy se convierte, tal vez sin desearlo ni medir consecuencias, en el paladín y precursor de la misma.
Don Jesús Reyes Heroles, sentenció en forma reiterativa el siglo pasado: “Primero el Proyecto… y después el Candidato”. Esta sencilla y profunda frase, sintetiza la disyuntiva que hoy se les presenta a los partidos contrarios al PRI, y tal vez, porque no decirlo, al propio PRI.
La perversión que el sistema de partidos ha realizado de la democracia, circunscribiéndola única y exclusivamente a la participación electoral ciudadana para elegir candidatos, ahora la sacan de ese contexto limitado, y colocan sobre el tapete de discusión, si el ciudadano al momento de sufragar, vota solo por un candidato, o vota por un proyecto político.
Las candidaturas comunes, son un insulto a la capacidad analítica del elector. Es tanto como decirle: “Mira estúpido ciudadano… Tu solo puedes consumir la propaganda electoral y las regalías que los partidos te obsequien para que votes por su CANDIDATO. Discutir sobre Plataformas Políticas y propuestas de Políticas Públicas, es algo que tu capacidad intelectual no te da”
Obligar a los Partidos Políticos a homologar sus plataformas, con las cuales pretenden gobernar como coalición, es por principio, la primera consecuencia de la llamada Ley Peña. No se prohíbe que se coaliguen, siempre y cuando, sean consecuentes políticamente hablando con esa alianza, es decir, que manifiesten de cara al electorado, cuál será su proyecto político en caso de ganar el poder, para que así, el electorado de acuerdo a sus convicciones, preferencias y visiones sociales, opte y sufrague por uno u otro proyecto de gobierno, abonando así, a la madurez democrática nacional.
Para algunos intransigentes, apasionados y extremistas de la verdadera democracia, la Ley Peña se ha quedado corta, debiendo haber aprovechado la coyuntura, para establecer un formato mínimo de Plataforma Política, con definiciones puntuales y concretas, que los Partidos o las Coaliciones registraran ante el Instituto Electoral Local. Así se evitaría que las coaliciones, eludieran pronunciarse en determinados temas, o que si los abordan, sean en términos tan vagos, difusos y confusos, que prácticamente no dicen nada. Demagogia elevada a la n expresión.
De haberse obligado a las coaliciones a un formato mínimo de Plataforma Política, en su contienda estatal, municipal y legislativa, no se me ocurre posicionamiento común entre el PAN-PRD-PT-
CONVERGENCIA-PANAL, sobre temas como: Aborto; Eutanasia; Matrimonios Homosexuales; Adopción; Educación; Laboral; Transparencia; Corrupción; Guerra en contra del Narcotráfico; Economía Informal; Federalismo. Seguramente, que en cada uno de estos temas, solo encontraríamos una apología de Cantinflas entremezclado con Clavillazo, y aderezado con Resortes, abundando frases al siguiente estilo: “Tendremos un gobierno, adecuado a las necesidades del futuro. El aborto ni se penalizará ni se permitirá, sino todo lo contrario; Los matrimonios entre homosexuales, serán secundados solo cuando no exista prohibición redistributiva; La adopción de niños por los gay, se definirá en momento procesal oportuno; la educación es lo más importante para esta coalición, por lo que proponemos una política de calidad y tolerancia laboral; la corrupción es un mal endémico nacional, por lo que se deberá actuar con la cautela política necesaria y la firmeza institucional deseada; la guerra contra el narcotráfico, se abordará desde cuatro aristas: lo deseable, lo posible, lo imaginable y lo permisible; el desempleo se abatirá siguiendo el principio de pascal; Y… más babosadas e incoherencias semejantes.
Las candidaturas comunes no obligan a los partidos a enfrentar a su electorado. Las coaliciones Si.
La Ley Peña en el Estado de México, no solo es bien recibida por los beneficiarios electorales del PRI (objetivo inicial), sino por muchas corrientes disidentes dentro de los propios partidos antagónicos, que observan con satisfacción y esperanza, el resurgimiento de sus propios principios partidistas y la derrota del pragmatismo electoral.
Guillermo Basurto Origel.
Sin lugar a duda, la reforma electoral en el Estado de México, en el que se anula la figura de Candidaturas Comunes para las elecciones del 2011, pone en un verdadero predicamento a los partidos de oposición en esta entidad, y en el resto del país, colocándolos al borde del precipicio o despeñadero de los principios democráticos que hasta hace poco postulaban.
Ocioso sería consignar, la intención que en la estrategia electoral ejecuta el gobernador Enrique Peña Nieto, su partido, el Revolucionario Institucional y su aliado electoral del último lustro, el Partido Verde Ecologista de México. Sus motivaciones son obvias. Ganar la elección en el 2011.
Sin embargo, más allá de las causas y razones que conducen a este escenario, lo verdaderamente sorprendente e irónico del asunto, es que precisamente es el partido político, que en el pasado resultaba emblemático de la antidemocracia, hoy se convierte, tal vez sin desearlo ni medir consecuencias, en el paladín y precursor de la misma.
Don Jesús Reyes Heroles, sentenció en forma reiterativa el siglo pasado: “Primero el Proyecto… y después el Candidato”. Esta sencilla y profunda frase, sintetiza la disyuntiva que hoy se les presenta a los partidos contrarios al PRI, y tal vez, porque no decirlo, al propio PRI.
La perversión que el sistema de partidos ha realizado de la democracia, circunscribiéndola única y exclusivamente a la participación electoral ciudadana para elegir candidatos, ahora la sacan de ese contexto limitado, y colocan sobre el tapete de discusión, si el ciudadano al momento de sufragar, vota solo por un candidato, o vota por un proyecto político.
Las candidaturas comunes, son un insulto a la capacidad analítica del elector. Es tanto como decirle: “Mira estúpido ciudadano… Tu solo puedes consumir la propaganda electoral y las regalías que los partidos te obsequien para que votes por su CANDIDATO. Discutir sobre Plataformas Políticas y propuestas de Políticas Públicas, es algo que tu capacidad intelectual no te da”
Obligar a los Partidos Políticos a homologar sus plataformas, con las cuales pretenden gobernar como coalición, es por principio, la primera consecuencia de la llamada Ley Peña. No se prohíbe que se coaliguen, siempre y cuando, sean consecuentes políticamente hablando con esa alianza, es decir, que manifiesten de cara al electorado, cuál será su proyecto político en caso de ganar el poder, para que así, el electorado de acuerdo a sus convicciones, preferencias y visiones sociales, opte y sufrague por uno u otro proyecto de gobierno, abonando así, a la madurez democrática nacional.
Para algunos intransigentes, apasionados y extremistas de la verdadera democracia, la Ley Peña se ha quedado corta, debiendo haber aprovechado la coyuntura, para establecer un formato mínimo de Plataforma Política, con definiciones puntuales y concretas, que los Partidos o las Coaliciones registraran ante el Instituto Electoral Local. Así se evitaría que las coaliciones, eludieran pronunciarse en determinados temas, o que si los abordan, sean en términos tan vagos, difusos y confusos, que prácticamente no dicen nada. Demagogia elevada a la n expresión.
De haberse obligado a las coaliciones a un formato mínimo de Plataforma Política, en su contienda estatal, municipal y legislativa, no se me ocurre posicionamiento común entre el PAN-PRD-PT-
CONVERGENCIA-PANAL, sobre temas como: Aborto; Eutanasia; Matrimonios Homosexuales; Adopción; Educación; Laboral; Transparencia; Corrupción; Guerra en contra del Narcotráfico; Economía Informal; Federalismo. Seguramente, que en cada uno de estos temas, solo encontraríamos una apología de Cantinflas entremezclado con Clavillazo, y aderezado con Resortes, abundando frases al siguiente estilo: “Tendremos un gobierno, adecuado a las necesidades del futuro. El aborto ni se penalizará ni se permitirá, sino todo lo contrario; Los matrimonios entre homosexuales, serán secundados solo cuando no exista prohibición redistributiva; La adopción de niños por los gay, se definirá en momento procesal oportuno; la educación es lo más importante para esta coalición, por lo que proponemos una política de calidad y tolerancia laboral; la corrupción es un mal endémico nacional, por lo que se deberá actuar con la cautela política necesaria y la firmeza institucional deseada; la guerra contra el narcotráfico, se abordará desde cuatro aristas: lo deseable, lo posible, lo imaginable y lo permisible; el desempleo se abatirá siguiendo el principio de pascal; Y… más babosadas e incoherencias semejantes.
Las candidaturas comunes no obligan a los partidos a enfrentar a su electorado. Las coaliciones Si.
La Ley Peña en el Estado de México, no solo es bien recibida por los beneficiarios electorales del PRI (objetivo inicial), sino por muchas corrientes disidentes dentro de los propios partidos antagónicos, que observan con satisfacción y esperanza, el resurgimiento de sus propios principios partidistas y la derrota del pragmatismo electoral.