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La Necesidad de Promover una Ley de Protección a los Animales
Articulista Invitado
Héctor Yunes Landa*
Héctor Yunes Landa*
Xalapa, Veracruz.- La defensa de los derechos de los animales ha sido un asunto prácticamente relegado a lo largo de la historia. En el pasado del mundo occidental hay escasas referencias sobre este tema, y solamente un puñado de los hombres y mujeres adelantados a sus épocas colocaron este asunto sobre la mesa de discusión, al expresar públicamente su convicción acerca de la importancia de mantener un equilibrio en el mundo, ponderando que para ello, un factor elemental es el respeto a la vida y a la integridad de todos los seres vivos.
Plantas y animales formamos parte de un todo finamente articulado, que para funcionar adecuadamente necesita de la estabilidad que estamos señalando. Por supuesto, sabemos que en la vida silvestre se libran grandes luchas entre las especies, pero éstas tienen un fin bien justificado: la sobrevivencia. De esta manera la naturaleza cumple sus ciclos vitales y garantiza la diversidad biológica, la permanencia y el equilibrio entre los seres vivos.
A lo largo de los siglos, en mayor o menor medida todas las civilizaciones han explotado a los animales. Desde los albores de la humanidad se hizo con fines de supervivencia que poco a poco se fueron transformando hasta llegar a nuestros días en los que se ve a los animales como simples objetos para conseguir ganancias económicas y, desgraciadamente, éste es el esquema predominante en gran parte del mundo.
Pero este maltrato ha alcanzado dimensiones muy graves; el sufrimiento animal es visto como algo normal, en algo cotidiano para los seres humanos, que con indolencia, evitamos enfrentar esta realidad porque va de por medio reconocer nuestra propia concepción de la vida. Evadimos asumir la importancia de la coexistencia de las especies que habitamos el planeta, esgrimiendo argumentos simplistas que buscan ocultar una conducta cruel e inhumana.
Para consolidar la reflexión sobre este tema, es preciso recordar, pero sobre todo retomar, aquella célebre frase del gran humanista indio Mahatma Gandhi, quien sentenció que “La grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por el modo en el que se trata a sus animales”.
Así como uno de los símbolos de la decadencia en la antigua Roma fue la falta de valores y el maltrato a los animales, hoy nuestra sociedad debe tener una visión renovada, basada en valores universales y en el respeto a las demás especies “supuestamente inferiores”, por parte de quienes, como seres pensantes, tenemos la obligación de hacerlo.
Es cierto, hay muchos factores que dificultan los acuerdos en esta materia. Existen cuestiones de tipo cultural, de carácter económico y costumbres centenarias fuertemente arraigadas en nuestro pueblo. Pero lo que debemos poner por encima de todo esto es la ética, esa categoría filosófica que abarca la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el buen vivir; esa parte interna de nosotros, que nos dice lo que es correcto y nos traza el mejor camino para desarrollar todos los aspectos de nuestras vidas.
En este sentido, los veracruzanos esperan que con la aprobación del dictamen de la Iniciativa de la Ley de Protección a los Animales por la Legislatura del Estado, estemos dando un paso de gran trascendencia, como una sociedad que aspira a evolucionar hacia etapas superiores de convivencia y armonía, para transitar hacia estadios sociales más avanzados.
La iniciativa que se llevará para su discusión y en su caso aprobación en el pleno del Congreso en los próximos días, seguramente conjuntará los elementos fundamentales de las propuestas tanto de mi compañera diputada Dalia Pérez Castañeda como la de este servidor, quienes elaboramos sendas iniciativas motivados por el afán de contribuir a la cultura del respeto a la vida animal, considerando nuestros entornos sociales y naturales.
De este modo, con el instrumento legal y con el trabajo comprometido de las distintas asociaciones protectoras de animales, gente preocupada en brindarles un trato digno y humanitario, se podrá estar en condiciones de avanzar para que la sociedad adquiera una mayor sensibilidad ante este problema, y con ello, ir dejando atrás la errónea percepción de que los animales no son capaces de sufrir, de sentir dolor y de padecer angustia igual que los seres humanos. Transitaremos hacia un modo de vida que nos conducirá hacia comportamientos más humanitarios, más solidarios y más adecuados al mundo contemporáneo que estamos tratando de consolidar, en el que se considere la existencia de los animales como seres útiles dentro del sistema de vida en el que se desenvuelven el hombre, la familia y la sociedad misma.
Desterrar la violencia no puede ser una aspiración abstracta. No podemos pensar en combatir con éxito la violencia que vive el país, si permitimos que los seres que no tienen voz sigan siendo víctimas de diversos y brutales tipos de violencia. Aunque para algunos pudiera no tener relevancia, proteger a los animales es el inicio para avanzar en la noción de proteger a todo ser indefenso frente a quien detenta cualquier tipo de poder y pretende excederse en su uso; esto será un paso muy importante para desterrar la violencia como forma de relacionarnos entre los seres humanos. Como dice Milan Kundera, “La compasión es un concepto que implica el compartir un sentimiento, una pasión, y la verdadera compasión se demuestra frente al indefenso, al desprotegido”.
Ciertamente la tarea no concluirá con la nueva Ley, es obligado decir que seguiremos buscando afinar los mecanismos que nos permitan dar forma a esta gran labor, que ha permeado y continuará fomentando conciencia en amplios sectores de nuestra sociedad.
Héctor Yunes Landa*
La defensa de los derechos de los animales ha sido un asunto prácticamente relegado a lo largo de la historia. En el pasado del mundo occidental hay escasas referencias sobre este tema, y solamente un puñado de los hombres y mujeres adelantados a sus épocas colocaron este asunto sobre la mesa de discusión, al expresar públicamente su convicción acerca de la importancia de mantener un equilibrio en el mundo, ponderando que para ello, un factor elemental es el respeto a la vida y a la integridad de todos los seres vivos.
Plantas y animales formamos parte de un todo finamente articulado, que para funcionar adecuadamente necesita de la estabilidad que estamos señalando. Por supuesto, sabemos que en la vida silvestre se libran grandes luchas entre las especies, pero éstas tienen un fin bien justificado: la sobrevivencia. De esta manera la naturaleza cumple sus ciclos vitales y garantiza la diversidad biológica, la permanencia y el equilibrio entre los seres vivos.
A lo largo de los siglos, en mayor o menor medida todas las civilizaciones han explotado a los animales. Desde los albores de la humanidad se hizo con fines de supervivencia que poco a poco se fueron transformando hasta llegar a nuestros días en los que se ve a los animales como simples objetos para conseguir ganancias económicas y, desgraciadamente, éste es el esquema predominante en gran parte del mundo.
Pero este maltrato ha alcanzado dimensiones muy graves; el sufrimiento animal es visto como algo normal, en algo cotidiano para los seres humanos, que con indolencia, evitamos enfrentar esta realidad porque va de por medio reconocer nuestra propia concepción de la vida. Evadimos asumir la importancia de la coexistencia de las especies que habitamos el planeta, esgrimiendo argumentos simplistas que buscan ocultar una conducta cruel e inhumana.
Para consolidar la reflexión sobre este tema, es preciso recordar, pero sobre todo retomar, aquella célebre frase del gran humanista indio Mahatma Gandhi, quien sentenció que “La grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por el modo en el que se trata a sus animales”.
Así como uno de los símbolos de la decadencia en la antigua Roma fue la falta de valores y el maltrato a los animales, hoy nuestra sociedad debe tener una visión renovada, basada en valores universales y en el respeto a las demás especies “supuestamente inferiores”, por parte de quienes, como seres pensantes, tenemos la obligación de hacerlo.
Es cierto, hay muchos factores que dificultan los acuerdos en esta materia. Existen cuestiones de tipo cultural, de carácter económico y costumbres centenarias fuertemente arraigadas en nuestro pueblo. Pero lo que debemos poner por encima de todo esto es la ética, esa categoría filosófica que abarca la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el buen vivir; esa parte interna de nosotros, que nos dice lo que es correcto y nos traza el mejor camino para desarrollar todos los aspectos de nuestras vidas.
En este sentido, los veracruzanos esperan que con la aprobación del dictamen de la Iniciativa de la Ley de Protección a los Animales por la Legislatura del Estado, estemos dando un paso de gran trascendencia, como una sociedad que aspira a evolucionar hacia etapas superiores de convivencia y armonía, para transitar hacia estadios sociales más avanzados.
La iniciativa que se llevará para su discusión y en su caso aprobación en el pleno del Congreso en los próximos días, seguramente conjuntará los elementos fundamentales de las propuestas tanto de mi compañera diputada Dalia Pérez Castañeda como la de este servidor, quienes elaboramos sendas iniciativas motivados por el afán de contribuir a la cultura del respeto a la vida animal, considerando nuestros entornos sociales y naturales.
De este modo, con el instrumento legal y con el trabajo comprometido de las distintas asociaciones protectoras de animales, gente preocupada en brindarles un trato digno y humanitario, se podrá estar en condiciones de avanzar para que la sociedad adquiera una mayor sensibilidad ante este problema, y con ello, ir dejando atrás la errónea percepción de que los animales no son capaces de sufrir, de sentir dolor y de padecer angustia igual que los seres humanos. Transitaremos hacia un modo de vida que nos conducirá hacia comportamientos más humanitarios, más solidarios y más adecuados al mundo contemporáneo que estamos tratando de consolidar, en el que se considere la existencia de los animales como seres útiles dentro del sistema de vida en el que se desenvuelven el hombre, la familia y la sociedad misma.
Desterrar la violencia no puede ser una aspiración abstracta. No podemos pensar en combatir con éxito la violencia que vive el país, si permitimos que los seres que no tienen voz sigan siendo víctimas de diversos y brutales tipos de violencia. Aunque para algunos pudiera no tener relevancia, proteger a los animales es el inicio para avanzar en la noción de proteger a todo ser indefenso frente a quien detenta cualquier tipo de poder y pretende excederse en su uso; esto será un paso muy importante para desterrar la violencia como forma de relacionarnos entre los seres humanos. Como dice Milan Kundera, “La compasión es un concepto que implica el compartir un sentimiento, una pasión, y la verdadera compasión se demuestra frente al indefenso, al desprotegido”.
Ciertamente la tarea no concluirá con la nueva Ley, es obligado decir que seguiremos buscando afinar los mecanismos que nos permitan dar forma a esta gran labor, que ha permeado y continuará fomentando conciencia en amplios sectores de nuestra sociedad.
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