IMAGEN QUE CAUTIVA

Tuxpan, Veracruz.- Cada año, con ocasión de la fiesta de la Virgen de Lourdes -11 de febrero- la Iglesia propone la Jornada Mundial del Enfermo. Esta circunstancia se convierte en una ocasión propicia para reflexionar sobre el misterio del dolor y el sufrimiento y, sobre todo, para hacer a nuestras comunidades y a la sociedad civil más sensibles hacia los hermanos y hermanas enfermos.

Queremos vivir ignorando la enfermedad y el dolor, el sufrimiento y las preocupaciones, como si no fueran parte de nuestra vida. Recordemos que nacimos llorando –tal vez nos dieron una nalgada para que lloráramos y así comenzáramos a respirar- y nuestra vida terminará también con dolor y tal vez con llanto. Pero no queremos que se toque ese tema

El Papa –en su mensaje para esta jornada- nos dice: “Si cada hombre es hermano nuestro, tanto más el débil, el sufriente y el necesitado de cuidados, deben estar en el centro de nuestra atención, para que ninguno de ellos se sienta olvidado o marginado.”

La grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre… Señalaba el Papa en una carta de 2007.

Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado, es una sociedad cruel e inhumana. A su vez, la sociedad no puede aceptar a los que sufren y sostenerlos en su dolencia si los individuos mismos no son capaces de hacerlo y, en fin, el individuo no puede aceptar el sufrimiento del otro si no logra encontrar personalmente en el sufrimiento un sentido, un camino de purificación y maduración, un camino de esperanza. Cf Spe salvi 38.

No cabe duda que el dolor y el sufrimiento son un misterio y cuán lejos de entenderlo estamos en la cultura y en la sociedad en la que nos ha tocado vivir, centrada sobre todo en los valores del tener, del placer y del poder.

Pero la fe nos ayuda a entender el valor del sufrimiento:

Cristo, el Hijo de Dios sufrió, murió, pero ha resucitado, y por esto esas llagas se convierten en el signo de nuestra redención, del perdón y de la reconciliación; cada vez que el Señor hablaba de su pasión y muerte, ellos no comprenden, rechazan, se oponen. Para ellos, como para nosotros, el sufrimiento permanece siempre lleno de misterio, difícil de aceptar y de llevar.

Hermanos enfermos y todos los que sufren, es precisamente a través de las llagas de Cristo como nosotros podemos ver, con ojos de esperanza, todos los males que afligen a la humanidad. Resucitando, el Señor no ha quitado el sufrimiento ni el mal del mundo, sino que los ha vencido de raíz. A la prepotencia del mal ha opuesto la omnipotencia de su Amor.

Frente al terrible azote del dolor hay que poner y solidaridad, cercanía y misericordia

Nos indicó, así, que el camino de la paz y de la alegría es el Amor: "Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros" (Jn 13,34). No olvidemos nunca, hermanos enfermos y sanos, que Cristo, vencedor de la muerte, está vivo en medio de nosotros.

San Bernardo afirma: "Dios no puede padecer, pero puede compadecer". Dios, la Verdad y el Amor en persona, quiso sufrir por nosotros y con nosotros; se hizo hombre para poder compadecer con el hombre, de modo real, en carne y sangre.

En cada sufrimiento humano, ha entrado Uno que comparte el sufrimiento y lo soporta; en cada sufrimiento se difunde la consolación, la consolación del amor partícipe de Dios para hacer surgir la estrella de la esperanza (cfr Spe salvi, 39).

Quienes somos creyentes hemos de aprender a “ver” y a “encontrar” a Jesús en la Eucaristía; pero también hay que reconocerlo y servirlo en los pobres, en los enfermos, en los hermanos que sufren o que tienen dificultades y que necesitan su ayuda.

Hace falta crear puentes de amor y de solidaridad, para que nadie se sienta solo, sino cercano a Dios y a los demás hermanos. Hermanos, enfermos, -decía el Papa- deseo expresar mi afecto a todos y a cada uno, sintiéndome partícipe de los sufrimientos y de las esperanzas que viven día a día en unión con Cristo crucificado y resucitado, para que les de la paz y la curación del corazón.

PRESENTACIoN DE JESuS AL TEMPLO

FIESTA DE LA CANDELARIA / Febrero 2

José y María llevaron a Jesús al templo de Jerusalén,

también se conoce como "Día de la Candelaria".

Este día también se celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada

El día 2 de febrero de cada año, se recuerda esta presentación del Niño Jesús al templo, llevando a alguna imagen del Niño Dios a presentar a la iglesia o parroquia. También ese día, se recuerdan las palabras de Simeón, llevando candelas -velas hechas de cera o parafina- a bendecir, las cuales simbolizan a Jesús como luz de todos los hombres. De aquí viene el nombre de la “Fiesta de las candelas” o el “Día de la Candelaria”.

En México, se acostumbra que aquellos a quienes les tocó el muñeco de la rosca de reyes, son los que deberán presentarlo en el templo el día de la Candelas. Para esto, hay que vestirlo y engalanarlo. También, comprarle un trono para sentarlo. En esta celebración se bendicen la imagen del Niño Dios y las candelas, que representan la luz de Cristo en los hogares. Las velas benditas se pueden prender cuando surjan las dificultades de la vida durante el año.

En algunos lugares esta fiesta termina con una merienda familiar y de amigos, en la cual se sirven tamales y atole u otras comidas y la relacionan con las roscas de reyes, ya que toca pagar los tamales a quienes les haya salido el muñeco al cortar la rosca.

Tanto el nombre de Candelaria como el de Purificación tienen su origen en la fiesta que celebra la Iglesia a los 40 días del Nacimiento de Jesús (2 de febrero) como cierre del período navideño. Con la purificación de la madre y la presentación del hijo en el templo, quedaba cerrado en la ley judaica el ritual que acompañaba el nacimiento de un niño.

Los fieles acuden a la misa de este día con las velas, que son bendecidas solemnemente por el sacerdote. A continuación se hace una procesión en el interior de la misma iglesia con las velas encendidas, cantando a Cristo que es luz de las naciones, según un texto del Evangelio, cuando el Señor fue presentado en el templo de Jerusalén y el anciano Simeón proclamó:

«Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz… porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel». Lc 2, 29-32

Es una fiesta que podemos aprovechar para reflexionar acerca de la obediencia y la fidelidad de María y para agradecer a Jesús que haya venido como luz para iluminar nuestros corazones y nuestras vidas en el camino que cada uno debemos seguir para vivir con dignidad y para poder alcanzar después la salvación eterna.

ORDENACION SACERDOTAL

El 25 de febrero a las 11.00 tendremos la ordenación sacerdotal del Diácono Fredy García Dorado en la comunidad parroquial de San Nicolás, Citlaltepetl, Veracruz.